13 de abril de 2002, el retorno del... (Mejor usemos otro título) "Hans visita Venezuela"
Hans se enamoró de una venezolana. Empecemos por el principio. Hans es alemán y ha pasado su vida en Berlín. En el colegio conoció a Bárbara. Se enamoró de ella de inmediato. Era su forma de expresarse, el color de su piel, su mirada pícara, su acento. Se hicieron novios pronto, lo normal cuando se es adolescente. Poco a poco, fue entendiendo mejor la historia de Bárbara.
Era venezolana, su mamá había ganado una beca para un master en Alemania varios años antes, y luego consiguió una buena posición en una empresa alemana. Bárbara hablaba perfecto inglés, español y alemán. Soñaba con ser “Miss Venezuela”, aunque no era muy alta, también quería ser arquitecta. Hablaba mucho se su país. Además de sus recuerdos de la infancia, lo visitaba cada año cuando pasaba un mes con sus abuelas. Las primeras vacaciones que pasaron separados fue un infierno para Hans. Eran tiempos donde sólo se podían mandar cartas, postales y las llamadas telefónicas.
La relación duró el resto del colegio y el primer año de universidad hasta que la mamá de Bárbara tuvo que regresar a Venezuela. Por supuesto, la primera idea fue que Bárbara se quedara en Berlín, pero era muy caro y necesitaba la visa de trabajo de su mamá para mantener su estatus legal. Fue una despedida llena de lágrimas. Se prometieron escribirse a diario y llamarse semanalmente, pero como suele pasar, a los pocos meses la correspondencia y las llamadas cesaron.
Hans conoció nuevas chicas, salió con ellas, se hizo novio de dos, pero no lograba olvidar a su primer amor. Un domingo pasaban en la televisión alemana la película favorita de Bárbara, una con Sandra Bullock y Nicole Kidman que ellas eran unas brujas. Hans casi llora. Así que decidió llamar a Bárbara, más que para saludarla, para saber si tenía novio. Por suerte, ella no tenía nadie a su vida, así que Hans decidió visitarla.
Tomó sus ahorros, compró un pasaje Berlín-Frankfurt-Madrid-Caracas y llegó al Aeropuerto de Maiquetía el 8 de abril de 2002. Bárbara lo estaba esperando con flores y chocolates. Fue un hermoso reencuentro. Era como si el tiempo no hubiera pasado. Comieron pescado frito en un lugar junto al mar, fue toda una experiencia para Hans, nunca había probado el pescado de esa manera.
Para ahorrarse el hotel, se quedó en casa de Bárbara. La familia de Bárbara tenía costumbres diferentes a las de Hans, así que él durmió en un cuarto de invitados que ellos tenían y no en la de su novia como hubiera deseado. Pero no importaba, luego de tres años, por fin tenía a su amor con él.
El día siguiente, era martes y Bárbara debería tener clases en la universidad, pero según le explicaron a Hans, ese día nadie saldría a trabajar como forma de protesta en contra del gobierno de Hugo Chávez, incluso los papás habían señalado que compraron comida para varios días “por si algo pasaba”. Como buen alemán, Hans no entendía mucho la política venezolana y mucho menos cómo el hecho de no trabajar podría mejorar la situación. Incluso pensó, que cualquier presidente alemán hubiera renunciado de tener una protesta de esa magnitud.
Para buena suerte de la parejita, los hoteles por hora estaban trabajando ese 9 de abril de 2002. El paro nacional de dos días no impidió que los amantes furtivos pudieran tener privacidad. Así que Hans en su viaje a Venezuela además de las cachapas, la guanábana y la cocada, descubrió los tiraderos.
Aquella noche, la familia veía el noticiero con preocupación. Le explicaron a Hans que el paro o cese de cualquier actividad comercial por parte de las personas en contra de Chávez seguiría al día siguiente, pero que el ambiente se veía más tenso. Hans preguntó por qué la gente no quería a Chávez y le explicaron que el presidente tomaba muchas decisiones políticas y económicas que en vez de favorecer al país, lo debilitaba. Había quienes creían que Venezuela sería una nueva Cuba, lo que la familia de Bárbara veía imposible. Eso era pura paranoia.
El miércoles paso con normalidad. La pareja repitió en un hotel por unas cuatro horas. Bárbara le explicó que la Caracas que veía sola, sin tráfico ni gente en la calle no era la verdadera cara de la ciudad. Caracas era ruidosa, abarrotada de autos y muy caótica. Esa noche, la familia le explicaba que al día siguiente habría una marcha en protesta al presidente. Hans preguntó si asistirían, pero la mamá de Bárbara se negó por completo. Le dijo que era muy peligroso y que se quedarían en casa todo el día. Hans además de lamentar que pasaría el día aburrido y sin sexo, no entendía por qué era tan peligroso protestar. Al día siguiente lo descubrió.
El 11 de abril de 2002, es una fecha que Hans nunca olvidará. El día comenzó como los anteriores. La familia desayunó arepas con jugo de parchita (una fruta que Hans nunca había probado), y luego se sentaron frente al televisor a ver qué pasaba, y pasó de todo. Aún al día de hoy, Hans no tiene claro qué pasó, no sabe si fue porque no entendía español, porque la familia estaba muy nerviosa y no traducían todo lo que pasaba o por todo lo que vio en la televisión.
Hubo una marcha con mucha gente, no sabía a ciencia cierta cuánta. En algún punto de la marcha decidieron que irían al palacio presidencial a pedir la renuncia de Chávez. Un grupo seguía llegando al punto de partida, el otro ya se acercaba al centro de la ciudad. De pronto, todos los canales de televisión pusieron la misma imagen (la familia le dio que eso se llamaba cadena y que el presidente podía repentinamente exigir que la radio y la televisión transmitiera lo que él dijera) y no era posible saber qué pasaba en la marcha. Todos en la casa estaban tensos. Al rato, los canales continuaban transmitiendo lo que el gobierno exigía cuando la pantalla se dividió en dos y se podía ver lo que pasaba en la marcha, pero con el sonido de la cadena. Era un caos.
La gente corría, había personas heridas y muertas en el suelo. Lo siguiente fue que dejaron de pasar la cadena y reportaban cómo unos pistoleros dispararon a la marcha y que entre los asesinados había un fotógrafo. Luego salieron varios grupos militares diciendo que no apoyaban al gobierno. Pasaron las horas hasta que un militar dijo que Chávez había renunciado. La familia de Bárbara celebró la noticia. Estaban muy contentos. Ese día se acostaron muy tarde porque eran muchos rumores de que la familia presidencial iba a escapar por avión desde el pequeño aeropuerto caraqueño.
El día siguiente tampoco salieron. La mamá de Bárbara dijo que todo era muy confuso y era mejor no arriesgarse. Ese día también fue muy raro. Los noticieros reportaron que los pistoleros eran partidarios del gobierno y que eran casi veinte los asesinados. Un grupo de personas atacaron la embajada de Cuba y otro a un político chavista al que querían pegarle, tuvo que ir el alcalde a calmarlos. Luego un grupo de personas se reunieron y dijeron que el nuevo presidente de Venezuela era un señor bajito que lideraba a los empresarios. La familia de Bárbara seguía celebrando.
El sábado pudieron salir. La situación estaba más calmada y era bueno celebrar. La primera parada fue en el hotel, luego irían a la playa. Cuando dejaban el hotel, la mamá de Bárbara los llamó alarmada y les pidió que regresaran a casa. Al llegar les dijeron las últimas noticias. De nuevo todos los canales nacionales estaban en cadena, pero según los canales de cable, los militares habían traído a Chávez de regreso, que habían motorizados disparando en la calle y que en realidad nadie entendía que pasaba. Luego vieron como un señor juramentaba a otro que no era Chávez, era el presidente de la asamblea y el vicepresidente.
Ya en la madrugada, Chávez estaba en televisión. Habló por horas, era imposible pedirle a nadie que lo tradujera simultáneo, pero de lo que recuerda Hans que dijo fue que lo habían llevado a una isla, que había lavado su ropa interior a mano y que el arzobispo se había portado muy bien con él con todo y que nunca lo quiso.
El domingo Bárbara estaba tan deprimida que no quiso salir ni comer en todo el día. Lo que más le sorprendió a Hans fue que luego de una semana donde mataron a veinte personas, donde el país estuvo paralizado por días y donde hubo dos presidentes, el lunes todo el mundo actuó como si nada hubiera pasado. Bárbara fue a clases, sus padres a trabajar y él aprovechó de conocer un poco la ciudad, eso sí, con mucho cuidado de que no lo robaran.
Los siguientes diez días fue como los había imaginado el día que compró los pasajes de avión. Disfruto mucho de la compañía de Bárbara y descubrió muchas cualidades de Venezuela: su comida, gente, paisajes y locura. Eso sí, cada día todos estaban sumergidos en seguir las noticias por televisión y leer los periódicos. Chávez volvió con más furia que antes y estaba investigando lo ocurrido, apresando a los culpables, aunque muchos de ellos no tenían pruebas en contra, y determinando que vivió un golpe de estado, cuando otros decían que era un vacío de poder.
La visita sirvió para que la pareja retomara el contacto con entusiasmo. Hablaban semanalmente, Bárbara le contaba de su rutina y de lo que pasaba en el país. Las protestas seguían, el descontento aumentaba. A los seis meses, se convocó un paro indefinido que duró casi dos meses. Chávez seguía más fuerte que nunca. Fue en este punto donde su amada tomó la decisión de regresar a Alemania. Iba a perder el semestre y las cosas no mejoraban.
A Hans le encantó la idea y le ofreció su casa para quedarse. Así pasaron los años, ambos se graduaron, se casaron. Venezuela no mejoró vinieron referéndums, recolección de firmas, muchas elecciones, muchas protestas, inflación, expropiaciones, colectivos, presos políticos, crisis eléctrica, reconversiones monetarias, cierre de canales de televisión y emisoras de radio, diez años después Chávez murió (no se sabe qué día) y se veía algo de luz al final del túnel. Estaban equivocados, el país estaba peor que nunca, a niveles que nunca nadie ni en las peores pesadillas pudieron imaginar.
A Hans y a Bárbara no les fue mal. Tuvieron un matrimonio bastante feliz, y ayudaron a llevarse a Alemania a los padres, hermanos, algunos tíos y primos de Bárbara. Con tanto venezolano alrededor, Hans no tuvo más que aprender español. Pese a que la realidad venezolana le afecta emocionalmente a su esposa, Hans en el fondo sabe que sin toda esa tragedia Bárbara nunca habría regresado a Alemania.
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